
¿Qué necesidad tenemos de mezclar sentimientos?
¿De descontrolar nervios?
¿De poner el miedo encima de la mesa?
¡De crearnos guerras en nuestras cabezas!
Mientras que el mundo
se desborda en un terrible caos,
yo intento armar esta oda a la calma.
Despojando toda sensibilidad,
frente a las delgadas líneas de la cordura.
A menudo el peso de este sin vivir me oprime.
La serenidad antes de la tempestad desapareció.
Solo tenemos la certeza
de que este dos mil veinte se trastocó.
No todo será cuestión de vaciar mercados,
sino de vaciarnos para ayudar a otros.
Nuestras paredes serán el prisma de la eternidad.
En ellas, enterraremos una parte de nosotros
y dejaremos salir otra.
Mientras que la luna trepa en las alturas.
España, Europa y el mundo están vacíos.
Ninguno pensábamos que
la lejana ola nos iba a tocar
e iba a arrastrar a los nuestros en alta mar.
Ojalá hablara de ciencia ficción,
de profecías o milagros.
Pero escribo de una guerra
donde solo hay un malo.
Saldremos de esta, unidos.
En la distancia.
Sabiendo que nada volverá a ser como antes.
Remaremos juntos con nuestros valores.
Seguiremos aplaudiendo a los que se dejan su vida
y velan por la nuestra.
Rezando a los que se fueron sin previo aviso.
Limpiando la tierra, nuestras vidas
y también las de los que nos importan.
¿Qué necesidad tenemos de mezclar sentimientos?
¿De descontrolar nervios?
¿De poner el miedo encima de la mesa?
¡De crearnos guerras en nuestras cabezas!
Mientras que el mundo
se desborda en un terrible caos,
yo intento armar esta oda a la calma.
Despojando toda sensibilidad,
frente a las delgadas líneas de la cordura.
A menudo el peso de este sin vivir me oprime.
La serenidad antes de la tempestad desapareció.
Solo tenemos la certeza
de que este dos mil veinte se trastocó.
No todo será cuestión de vaciar mercados,
sino de vaciarnos para ayudar a otros.
Nuestras paredes serán el prisma de la eternidad.
En ellas, enterraremos una parte de nosotros
y dejaremos salir otra.
Autora
Cristina Ariza Rosado